miércoles, 7 de enero de 2009

Que pare el tren

Que pare el tren, que me bajo. Los palestinos siguen cayendo como moscas y aquí no pasa nada. En el lado israelí han caído 6 soldados, tres de ellos por culpa de su propio fuego. Todo muy proporcionado. Normalmente nos metemos en nuestras propias vidas y nos pasamos el día quejándonos de las pequeñas injusticias que sufrimos en el curro, en casa o cuando salimos de marcha. Ponemos el grito en el cielo cuando nos hacen currar más horas, cuando el fulano de turno nos hace la pirula con el coche en una rotonda o cuando al concejal del ayuntamiento le da por abrir una zanja en nuestra calle para meter cuatro tubos. Eso sí, que haya 1,5 millones de personas literalmente encerradas en una caja de cerillas, sin posibilidad alguna de huir y esperando en sus casas a que una bomba les destroce nos deja indiferentes. Pues nada, que ya van 702 y la cifra seguirá subiendo. ¿Hasta cuándo? Pues supongo que hasta el jaleo este que han montao los israelíes que ocupan el Gobierno para tratar de ganar unas elecciones que tenían perdidas empiece a afectar al precio del petróleo, a las armas nucleares de Irán, a los rusos o a la popularidad de Obama. 702 y subiendo. Eso sí, habrá más gente en la puerta del Corte Inglés esperando a las rebajas que en las manifestaciones que se convoquen. Si mientras suben a la primera planta ven expuesta la Dignidad junto a los palos de golf, cómprenme un poco que está de saldo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Obvio, Don Santiago. Le voy a decir a la tita Inés que te fiche de editorialista, porque eres bueno, lo sabías. Muy bueno. Javier Felones

Luisgui dijo...

Esto ha pasado, pasa y pasaré toda la vida. En Gaza, Nicaragua, Cuba... ¿quién se acuerda de África? Es el mundo en el que nos ha tocado vivir. Las grandes revoluciones no entran, no caben, ni se les esperan. La revolución está e cada uno de nosotros.