Hoy me he propuesto no hablar de política. A ver si lo consigo. Y eso que a un amigo le debo una explicación de por qué el peor enemigo de un comunista es un socialista, pero será otro día. Prometo escribirlo el día que el socialismo francés se reconcilie, es decir, nunca.
Hoy me ha pasado una cosa de esas que te dan que pensar (es que hoy estaba de fiesta y no tenía demasiadas cosas que pensar). Estaba con un fulano tomando un café y hablando de muchos temas. En una de esas conversaciones ha salido a la palestra el nombre de Mengano, ese ex compañero del colegio al que no ves desde hace 8 o 10 años. Te lo imaginas con traje y corbata trabajando en un despacho a pesar de que por aquel entonces era el más quinqui de la clase. En esas estábamos cuando de pronto suena mi móvil y en la pantalla se lee Mengano. ¡Qué casualidad! Y así, a lo tonto, te das cuenta de que tu vida, esa que te parece que controlas casi completamente, está llena de tontas casualidades que te van llevando hacia no se sabe muy bien dónde.
Hace unos años yo todavía estaba estudiando en la Universidad. Cuando llegué allí no conocía a nadie, o prácticamente nadie. La primera semana se me acercó una chica que yo no conocía y me dijo: "Tú eres amigo de Mengano 2 (otro Mengano)". Y así empezó una relación de amistad que todavía se mantiene y que condicionó casi todas las amistades que hice durante la carrera. Al menos las más íntimas.
Cuando yo tenía 7 u 8 años, no recuerdo bien, iba cada verano al pueblo, donde viven mis abuelos. Enfrente de su casa había otra abandonada, en ruina. Allí me pegaba yo horas jugueteando con piedras tirándolas de un lado a otro y haciendo un poco el mal. Un buen día apareció otro chaval de mi edad y se metió entre los escombros. Como acabamos con las manos llenas de polvo y tierra, le ofrecí el baño de la casa de mis abuelos para que se las lavase antes de ir a su casa. Así empezó una amistad que también perdura hoy en día.
Ahora bien, ¿qué tienen que ver estas dos casualidades inconexas? Mi amigo, que no es de Navarra, sólo venía cuando llegaba el verano, pero un buen día decidió venir a Pamplona a estudiar durante un año. Y, casualidades de la vida, sin que yo mediase para nada, mi amigo conoció a mi amiga de la Universidad, se gustaron y hoy son pareja. Así que lo que era un viaje de un año para estudiar se ha convertido en algo definitivo porque ahora trabaja y vive aquí.
Muchas veces nos empeñamos en controlar las cosas, en planificarlas para que sean como nos gustaría que fuesen. Y, al final, las puñeteras casualidades te van llevando donde quieren. Cuando empecé a hacer prácticas envié dos cartas a dos sitios de trabajo distintos. De uno llamaron y del otro no. Y desde entonces allí sigo. Jamás hubiese dicho que aquella llamada iba a condicionar de una forma tan grande mi vida, especialmente en cuanto a las relaciones personales se refiere. Muchos de los que trabajan conmigo se han convertido en buenos amigos con los que paso más horas que con mis otros amigos o mi familia. Algunas de esas amistades, como la de la Uni o la de la casa en ruinas, me acompañarán siempre. Así son las casualidades. ¿Cuál será la próxima?
Hoy me ha pasado una cosa de esas que te dan que pensar (es que hoy estaba de fiesta y no tenía demasiadas cosas que pensar). Estaba con un fulano tomando un café y hablando de muchos temas. En una de esas conversaciones ha salido a la palestra el nombre de Mengano, ese ex compañero del colegio al que no ves desde hace 8 o 10 años. Te lo imaginas con traje y corbata trabajando en un despacho a pesar de que por aquel entonces era el más quinqui de la clase. En esas estábamos cuando de pronto suena mi móvil y en la pantalla se lee Mengano. ¡Qué casualidad! Y así, a lo tonto, te das cuenta de que tu vida, esa que te parece que controlas casi completamente, está llena de tontas casualidades que te van llevando hacia no se sabe muy bien dónde.
Hace unos años yo todavía estaba estudiando en la Universidad. Cuando llegué allí no conocía a nadie, o prácticamente nadie. La primera semana se me acercó una chica que yo no conocía y me dijo: "Tú eres amigo de Mengano 2 (otro Mengano)". Y así empezó una relación de amistad que todavía se mantiene y que condicionó casi todas las amistades que hice durante la carrera. Al menos las más íntimas.
Cuando yo tenía 7 u 8 años, no recuerdo bien, iba cada verano al pueblo, donde viven mis abuelos. Enfrente de su casa había otra abandonada, en ruina. Allí me pegaba yo horas jugueteando con piedras tirándolas de un lado a otro y haciendo un poco el mal. Un buen día apareció otro chaval de mi edad y se metió entre los escombros. Como acabamos con las manos llenas de polvo y tierra, le ofrecí el baño de la casa de mis abuelos para que se las lavase antes de ir a su casa. Así empezó una amistad que también perdura hoy en día.
Ahora bien, ¿qué tienen que ver estas dos casualidades inconexas? Mi amigo, que no es de Navarra, sólo venía cuando llegaba el verano, pero un buen día decidió venir a Pamplona a estudiar durante un año. Y, casualidades de la vida, sin que yo mediase para nada, mi amigo conoció a mi amiga de la Universidad, se gustaron y hoy son pareja. Así que lo que era un viaje de un año para estudiar se ha convertido en algo definitivo porque ahora trabaja y vive aquí.
Muchas veces nos empeñamos en controlar las cosas, en planificarlas para que sean como nos gustaría que fuesen. Y, al final, las puñeteras casualidades te van llevando donde quieren. Cuando empecé a hacer prácticas envié dos cartas a dos sitios de trabajo distintos. De uno llamaron y del otro no. Y desde entonces allí sigo. Jamás hubiese dicho que aquella llamada iba a condicionar de una forma tan grande mi vida, especialmente en cuanto a las relaciones personales se refiere. Muchos de los que trabajan conmigo se han convertido en buenos amigos con los que paso más horas que con mis otros amigos o mi familia. Algunas de esas amistades, como la de la Uni o la de la casa en ruinas, me acompañarán siempre. Así son las casualidades. ¿Cuál será la próxima?
2 comentarios:
La próxima puede ser que ese decimico de Rafa nos de un alegrón, o un tapahuecos que te hagan hijo adoptivo de Ilurdotz, que en la fiesta de Navidad te ataque la potxetika... qué sería de la vida sin casualidades? Pues lo mismo que la guarida sin pp o el mundo de la cerveza sin Tennets. Aburrido.
Qué más se puede añadir a todo lo dicho? Bien bonito :-))
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