Son las 6.30 minutos de la madrugada en España. Hace poco más de diez minutos que Barack Obama ha dado su primer discurso como presidente electo de los Estados Unidos en un abarrotado parque de Chicago. Algunos hablan de un millón de personas. No ha sido una noche electoral emocionante. Acostumbrados ya a los ajustados resultados de las dos últimas elecciones, lo de esta noche ha sido un poco decepcionante. Obama ha pasado como una apisonadora por casi todos los estados que se consideraban indecisos. Para resumir la noche, ningún estado de los que votó demócrata en 2004 ha cambiado de voto, mientras que a los republicanos les han salido traidores en Nevada, Montana, Colorado, Nuevo México, Iowa, Indiana, Ohio, Virginia y Florida. Casi nada.
La falta de emoción electoral se ha compensado con creces después con los discursos de los dos candidatos. Me confieso poco devoto de los Estados Unidos (entendida la palabra devoto como esa especie de complejo de inferioridad que suele invadir a muchos europeos, especialmente a los que tienen bigote) y, en general, poco permeable a los discursos patrióticos y a la parafernalia yanquee. Sin embargo, tengo que reconocer la grandeza democrática de ese país. El discurso de McCain aceptando su derrota ha sido de una elegancia poco habitual a este lado del Atlántico.
Y después ha llegado Obama, el primer presidente negro de la historia del país. Con Chicago rendida a su pies se notaba en el ambiente que el mundo entero esperaba ese discurso. Todos los que a esa hora seguíamos pegados a la televisión sentimos que estábamos viviendo un momento histórico, algo que se recordará siempre. No es para menos. La verdad es que ha sido muy emocionante ver las lágrimas de muchos afroamericanos por ver su sueño hecho realidad. Sólo viendo esos rostros uno puede hacerse a la idea de lo que significa para una parte importante de América lo que ha ocurrido esta noche. Hace poco más de 100 años todavía existía la esclavitud. Hoy, un negro dirige a la primera potencia del mundo. Con sus cosas buenas y sus cosas malas, estas lecciones sólo las puede dar Estados Unidos.
Hoy se ha visto la América que ha permanecido invisible durante los últimos ochos años. Viendo las caras de los que estaban en Chicago y sus reacciones a las palabras de Obama, uno entiende que en aquel país también hay gente preocupada como aquí por la hipoteca, gente sencilla que simplemente reclama un poco de esperanza en sus vidas y que quiere recuperar el orgullo de sentirse ciudadanos de su país. Hay una frase de Obama que se me ha pegado cuando hablaba del liderazgo de Estados Unidos. Ha dicho que no quiere que su país se imponga "por su riqueza sino por sus ideas". Simple pero muy profundo a la vez.
El discurso de Obama de esta noche será recordado durante mucho tiempo. Los cientos de miles de personas que escuchaban al nuevo presidente en Chicago han abandonado el parque con una sonrisa que refleja la esperanza que ha sabido trasmitir Obama. Eso es quizá lo más difícil de conseguir para un político, y es algo que se ve muy pocas veces en occidente. Nos estamos acostumbrando a tener presidentes que responden a un perfil gris, técnicamente muy bien preparados y que dominan varias disciplinas. Pero para eso ya están los asesores y los ministros. La política es algo más, es el arte de liderar, de indicar la dirección, saber trasmitir las instrucciones para llegar allí y contagiar el entusiasmo necesario para emprender la marcha. Parece que hoy el mundo vuelve a tener un líder, parece que hoy la política recupera el sitio que nunca debió perder. No sé si esta sensación es fruto de nuestra necesidad o es que realmente Obama la representa. En cualquier caso no desaprovechemos la ocasión. Podemos. Yes, we can.
La falta de emoción electoral se ha compensado con creces después con los discursos de los dos candidatos. Me confieso poco devoto de los Estados Unidos (entendida la palabra devoto como esa especie de complejo de inferioridad que suele invadir a muchos europeos, especialmente a los que tienen bigote) y, en general, poco permeable a los discursos patrióticos y a la parafernalia yanquee. Sin embargo, tengo que reconocer la grandeza democrática de ese país. El discurso de McCain aceptando su derrota ha sido de una elegancia poco habitual a este lado del Atlántico.
Y después ha llegado Obama, el primer presidente negro de la historia del país. Con Chicago rendida a su pies se notaba en el ambiente que el mundo entero esperaba ese discurso. Todos los que a esa hora seguíamos pegados a la televisión sentimos que estábamos viviendo un momento histórico, algo que se recordará siempre. No es para menos. La verdad es que ha sido muy emocionante ver las lágrimas de muchos afroamericanos por ver su sueño hecho realidad. Sólo viendo esos rostros uno puede hacerse a la idea de lo que significa para una parte importante de América lo que ha ocurrido esta noche. Hace poco más de 100 años todavía existía la esclavitud. Hoy, un negro dirige a la primera potencia del mundo. Con sus cosas buenas y sus cosas malas, estas lecciones sólo las puede dar Estados Unidos.
Hoy se ha visto la América que ha permanecido invisible durante los últimos ochos años. Viendo las caras de los que estaban en Chicago y sus reacciones a las palabras de Obama, uno entiende que en aquel país también hay gente preocupada como aquí por la hipoteca, gente sencilla que simplemente reclama un poco de esperanza en sus vidas y que quiere recuperar el orgullo de sentirse ciudadanos de su país. Hay una frase de Obama que se me ha pegado cuando hablaba del liderazgo de Estados Unidos. Ha dicho que no quiere que su país se imponga "por su riqueza sino por sus ideas". Simple pero muy profundo a la vez.
El discurso de Obama de esta noche será recordado durante mucho tiempo. Los cientos de miles de personas que escuchaban al nuevo presidente en Chicago han abandonado el parque con una sonrisa que refleja la esperanza que ha sabido trasmitir Obama. Eso es quizá lo más difícil de conseguir para un político, y es algo que se ve muy pocas veces en occidente. Nos estamos acostumbrando a tener presidentes que responden a un perfil gris, técnicamente muy bien preparados y que dominan varias disciplinas. Pero para eso ya están los asesores y los ministros. La política es algo más, es el arte de liderar, de indicar la dirección, saber trasmitir las instrucciones para llegar allí y contagiar el entusiasmo necesario para emprender la marcha. Parece que hoy el mundo vuelve a tener un líder, parece que hoy la política recupera el sitio que nunca debió perder. No sé si esta sensación es fruto de nuestra necesidad o es que realmente Obama la representa. En cualquier caso no desaprovechemos la ocasión. Podemos. Yes, we can.
1 comentario:
Ojalá con Obama por fin podamos admirar a los USA por otras cosas que no tengan que ver con su poderío militar y sus fanfarronadas.Ahora le toca demostrar que el cambio es alcanzable. Un saludo, Santiago.
PD: Parece que sigue amaneciendo, ¿no?... Yes, we did.
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