miércoles, 3 de diciembre de 2008

En vía muerta

Cuando los zapatos se llenan de sangre
uno sabe
que los zapatos están muertos
(Charles Bukowski)´
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Hoy han matado a un ciudadano de 71 años que iba a jugar su partida de cartas. Una gran hazaña que sumar al historial sanguinario de ETA en su camino de liberación de Euskal Herria. Ahora resulta que el Tren de Alta Velocidad es otro de los enemigos del pueblo vasco. Permítanme que dude de las preocupaciones ecologistas de los señores del pasamontañas. Así que sólo queda pensar que el TAV es a ETA lo que el comercio marítimo fue para aquella España que no conocía las ideas ilustradas. En aquellos buques comenzaron a entrar libros, ideas escritas al fin y al cabo, que fueron cambiando las arcaicas mentalidades de la época. Balas frente a ideas. La batalla la tienen perdida.
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Lo peor de todo es que lo saben. Son conscientes de que su demencia no conduce a nada. Podrán seguir matando a señores de 71 años, a trabajadores de peaje, a inmigrantes que duermen en sus coches. Y el final será el mismo, antes o después. Paradojas del destino, una organización que sólo sabe matar se dirige hacia su propia muerte. Lo triste que en el camino se va quedando gente, se quedan ilusiones, hermanos, hijos, padres, nietos, esperanzas.
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Hasta ahora siempre había visto a ETA como una mala herencia que me dejaban mis padres. Generalmente los terroristas eran gente mayor, muy sesgada ideológicamente y marcados por un pasado convulso y difícil. Pero uno va cumpliendo años y, aunque no son muchos, los terroristas empiezan a ser menores que quien escribe. Y entonces uno se pregunta qué clase de frustraciones pueden llevar a alguien de veintipocos años a empuñar una pistola, mirar a los ojos a un señor de 71 años, a un vecino suyo, y tomar la decisión de parar su reloj y el de sus seres queridos en un día y en una hora concretos. Pero el reloj de los demás sigue. Pueden parar un reloj, todos incluso si se empeñan, pero pretender parar el tiempo es un absurdo.
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A estas horas de la noche sólo tengo dos certezas. La primera es que hay una familia destrozada. Me resulta imposible imaginar su dolor, y sólo con la pequeña parte que soy capaz de reconstruir en mi mente ya se me hace insoportable. Y la segunda es que queda un día menos para que quienes hoy han disparado y han dado la orden acaben en la cárcel. No sé si eso es un consuelo, pero sí sé que es lo justo. Y es precisamente eso, defender lo que es justo, lo que hará que esta noche pueda dormir tranquilo. Un poco más triste de lo normal, pero tranquilo.

1 comentario:

Luisgui dijo...

El problema no es tratarle de buscar una lógica a algo que nunca la ha tenido, ni la tendrá nunca, el problema es saber buscarle una solución a algoq ue está socialmente enquistado. Y no lo veo fácil