martes, 18 de noviembre de 2008

Dando la nota

Spain is different. O traducido al castellano, siempre dando la nota. Así somos los españoles desde hace siglos, y parece difícil que nos hagan cambiar ahora. Mientras los ejecutivos de medio mundo se apresuran a saquear las principales empresas, o lo que queda de ellas, antes de que el dinero de todos acuda en su ayuda, en España nos dedicamos a linchar a Miquel Barceló por hacer una obra de arte.

Es verdad que el Gobierno no ha sido nada hábil a la hora de explicar el proyecto y su coste, pero eso no es más que la excusa utilizada por algunos. Hay críticas al coste, unos 18,5 millones de euros, que es lo que vale la cúpula de Barceló y el resto de la sala, cuya obra ha sido importante. De esos 18,5 millones, unos 6 son para el artista. Habrá quien piense que eso es mucho, pero si se tiene en cuenta lo que vale cualquier obra de Barceló en el mercado estamos hablando de unas cifras más que razonables. El ex director de Fortis se llevó cuatro de indemnización por ayudar a hundir la empresa antes de que los gobiernos europeos tuviesen que intervenirla.

También hay críticas a que una parte mínima del dinero ha salido de los fondos de ayuda al desarrollo. En ese fondo hay partidas muy diferentes, y no todas van directamente destinadas al Tercer Mundo ni mucho menos. Una de ellas, de la que sale el dinero empleado, es para orgnismos multilaterales, definición en la que encaja perfectamente esta obra en la ONU. El argumento que utilizan los críticos es que con ese dinero se puede prestar mucha ayuda. Y la respuesta a ese planteamiento simplista es sí. ¿Cómo se va a poder contestar que no a eso? Pero dicho eso, también se puede decir que el dinero que se va a emplear en el tan ansiado Tren de Alta Velocidad (TAV) también podría solucionar muchos problemas en el mundo, y no creo que nadie esté dispuesto a renunciar a eso o a la autovía que le pase cerca de su casa. También se podría ayudar a los pobres si no se hubiese construido la basílica de San Pedro, o si no se hubiesen gastado 50 millones de euros en restaurar la capilla Sixtina. Pero lo cierto es que si esos proyectos no se hubiesen acometido la humanidad no habría conocido dos de las más hermosas obras de arte que jamás ha creado el hombre.

El arte es la forma que tienen los pueblos de comunicarse, de dejar constancia de lo que son. Son testimonio de un tiempo y de los hombres que lo vivieron, de sus anhelos, de sus esperanzas, de su forma de concebir el mundo. El arte es de lo poco realmente perfecto que deja el hombre a las generaciones venideras. ¿Sería posible entender la prehistoria sin Altamira? ¿Sería posible entender la Grecia clásica sin sus estatuas? ¿Sería posible entender la Roma clásica sin el coliseo o sus palacios? ¿Sería posible entender parte de nuestra historia sin el románico o el gótico? ¿Sería posible entender el siglo XX sin la pintura?

Parece lógico que en un país que condenó a morir en la cárcel a Miguel Hernández, que fusiló a García Lorca, que maltrató a Picasso o que obligó al exilio a Machado y a otros tantos artistas siga sin apreciar lo que supone el trabajo de genios como Barceló. Ayer estábamos en la caverna y hoy estamos emprendiendo una gran obra, gritándole al mundo dónde está España y demostrando el talento de este pueblo. Lo que para cualquier país sería motivo de orgullo, para el nuestro es motivo de burla. Porque si somos sinceros, a la mayoría le da absolutamente igual lo que haya costado la dichosa cúpula, el caso es ridiculizar esos "churritos" que salen del techo y que han sido pintados "al tun-tun".

Hoy se pedirá la dimisión de Moratinos en el Congreso. Me da igual la ideología de quien promueve la obra, de quien la hace y de quien la critica. En esta vida se puede etiquetar a la gente de muchas maneras, y una de ellas es entre tontos y no tontos. Y quienes hoy piden la dimisión de Moratinos pertenecen a la primera. Si usted pertenece a la segunda categoría es libre de que la dichosa cúpula le guste o no, pero seguramente se sentirá orgulloso de que un artista español pueda provocar admiración en el mundo y de que su país haya podido acometer una obra así. Yo al menos, así lo siento.

3 comentarios:

Luisgui dijo...

Obviamente los de siempre aprovecharán la más mínima ocasión para zumbar políticamente a los de siempre y recogerán argumentos hasta en el fondo del mar para hacerlos, y los otros dirán que la culpa el del hombre del bogotín. Así estaremos toda la vida, porque la política aquí es eso, darse y darse hasta perder el conocimiento.

Y respecto a Barceló, algunos tipos de arte arte siempre han sido una frondosa e inaccesible selva para mí. Y lo de los churreticos en el techo, pues no sé creo que hasta mi hijo Íñigo es capaz de hacer cosas mejores, pero para gustos, los colores. Y nunca mejor dicho

jorgenagore dijo...

Aúpa Santi, bienvenido al mundo del blog. Como hoy estoy contento como tú porque ayer les dimos pal pelo a los almerienses y reconociendo que este país es el de la envidia y tal y tal -lo mismo dicen en Francia, Italia, GB, etc y etc-, hay van unas reflexiones, sin acritud ninguna y asumiendo que la política lo emponzoña todo, simplemente desde el punto de vista de un currito como yo y tú:

1º) No se lincha a Barceló por hacer una obra de arte, si no por no querer decir lo que gana con ella, cuando parte importante del dinero que gana viene de nuestros bolsillos. Y no hablamos de 100 euros.
2º) La cifra, de razonable no tiene nada, ya que la comparativa es con el mercado libre del arte. El mercado libre del arte, sobre todo el de los considerados "genios", es pura especulación entre millonarios que compran para vender, de la misma manera que una casa de 1.000 metros cuadrados en primer línea de playa no vale 1.000 millones de pesetas. Es un pura pose, especulación y gilipollez. El mercado libre sería si Barceló hiciera algo, lo expusiera y cobrara entrada por verlo. Lo que sacara, sería libre, como el que vende discos, libros o mete goles -con todos los matices que quieras en esos ámbitos-. El de ahora es un mercado inflado y punto, así que la comparación no me vale. Una vaca metida en formol, ¿vale 13 millones? Entonces, ¿si la metemos en formol para algo público y la cobra a 4 millones, el precio es razonable?

3º) Las cosas tienen o no validez en solitario, sin mezclarlas con otras, como lo que cobran los directivos ladrones. En todo caso, tú pagas a Barceló pero no -al menos no tan directamente- al de Fortis. Y, en todo caso, al de Fortis igual -que es mucho suponer-le cae un paquete y a Barceló como mucho una granizada, pero luego se va a su casa de Mali tan pichi.

4º) ¿Qué tiene que ver una obra pública -mejor o peor- con una obra de arte que van a ver muchas menos personas y que no tenemos que pagar entre todos?

5º) La Basílica de San Pedro, la Capilla Sixtina y etc y etc la pagaron los católicos. Altamira salió gratis, las películas de Billy Wilder nos salieron gratis -al menos a tí y a mi-, así como los discos de los Stones, las novelas de García Márquez y los Tours de Indurain. ¿Por qué tenemos que pagarle a este buen hombre?

6º) Ni idea si los churros son o no arte. El precio sí que lo es, la más alta expresión.

Un abrazo grande y no te lo tomes a mal, que es sólo por incordiar. Recuerdos al señor Zavala y sigue dando borra.
Jorge.

S.Z.F dijo...

Bienvenido Jorge. Un lujo tener visitantes así en el blog. Tienes razón en parte de lo que dices, que conste, pero a mí los churrillos me gustan y lo que no me gusta es la demagogia que se ha utilizado para criticarlos, lo cual no quiere decir que no sean criticables, como bien has demostrado. Un abrazo.